precipitado y vuelto a la cornisa

jueves, diciembre 17, 2009

Los censores


Después de una velada que se extendió hasta las tres de la mañana con la excusa de expresar las opiniones que cada uno bltuvo al leer lo último de mi producción, resuno que tengo críticos de lujo. De lujo no sólo por el aporte que ha sido muy bienvenido y que ya me ha puesto nuevas ideas en la cabeza, sino también por el empeño y el cariño con que abordaron la tarea, o el esfuerzo si vamos a decir que el manuscrito tenía solamente una pasada de corrección somera.

Mis críticos hicieron apuntes para no olvidar sus apreciaciones, hasta investigaron en internet la veracidad de algunos personajes con raros peinados nuevos, y opinaron y discutieron alrededor de una mesa en la que fueron convidados, no intencionalmente?,con delicias que los tentaran a expresar solo comentarios de alabanza. Pero a pesar de presentar nuevos platos antes de que pudieran terminar los anteriores, mis críticos no cedieron ante las tentaciones y hablaron con honestidad marcando los desaciertos, rescatando las virtudes, y como si esto fuera poco, largando algunas ideas para el pulido necesario.

Yo estoy de más agradecido. Por lo serio de la tarea, y por poder tenerlos cerca como amigos.

Soledades calculadas


Dice la metáfora, que hay ciertos números primos, como el 11 y el 13, que tienen una clara tendencia a estar juntos pero que nunca van a conseguirlo.

Paolo Giordano, un muchachito italiano al que todos envidiamos, porque como dice Sergio, es talentoso, fachero y exitoso, ha compuesto esta amena novela que, a mi criterio, está muy bien para ser un comienzo, pero tampoco es cosa de otro mundo, convengamos.

La historia arranca desde la infancia de estos dos personajes cuyas vidas siempre van a tender a amalgamarse, con un final que queda claro desde el inicio.

Bajo una prosa amigable y nada ostentosa, la novela avanza ágilmente y atraviesa la adolescencia y juventud de esta pareja signada por un destino poco venebolente, tanto en la abstracción de los hechos, como en forma palpable, porque eventos desafortunados que los mismos sufren en la niñez, lo dejan a él con una compulsión a castigarse y a ella renga.

Hay algunos detalles que parecen poco elaborados, o demasiado estereotipados. Como son la etapa de la escuela donde nos encontramos con los clásicos "nerds" y los odiosos "populares".

Y si la novela ha vendido tanto, si no me equivoco lleva unas veinte ediciones y traducciones a varios idiomas, no es por otro motivo que porque dice muchas cosas que a la gente le gusta escuchar, y porque es amigable y de lectura placentera.

Como digo más arriba, valioso buen comienzo para Paolo. Y si se quieren entretener, elíjanla antes que Dan Brown.

Pero que la siguiente sea un poco más ambiciosa. Con un poco, me voy a conformar.

Putos armagedones


Tengo las pelotas llenas de los heróicos presidentes norteamericanos y su arraigada inclinación a la salvaguarda desinteresada de la humanidad.
Tengo las pelotas llenas de fracasados que encuentran su redención en actos de heroísmo.
Tengo las pelotas llenas de que me hagan creer que el mundo es mi lugar, tu lugar, nuestro lugar. Y encima me repiten que es así, que no lo dude ni un instante.
Y tengo las pelotas llenas de geniales científicos que predicen cataclismos que nadie cree.
Dios mío, les pido a todos los productores, directores, actores, escenógrafos, y, sobre todo guionistas, dejen de hacer pelotudeces. O, si no pueden resistirse, como yo que temino metiéndome al cine igual, sean un poco más creativos, verosímiles y con historias menos previsibles.
Sin comentarios. Porque aparte dura casi tres horas. TRES HORAS DE MULTIPLES DESASTRES, porque este apocalipsis incluye cuanta opción destructiva se imagine: volcanes en erupción, terremotos, maremotos, inundaciones, etc, etc, etc.
Los efectos como que mucho, todo, todo, todo, pero todo, se cae y explota y se llena de agua.
LES PIDO POR FAVOR QUE NO CAIGAN EN LA TENTACION Y EVITEN VERLA.

Meter a los mayas como generadores de tremendo bodrio. Qué caraduras.

miércoles, noviembre 11, 2009

Máquinas macabras


No pude con mi genio y me fui al Village (donde por cuestiones geográficas me fue imposible ver a Patricio Contreras) y me metí a ver El juego del miedo 6. Sí, bueno, qué se le va a hacer, me llaman la atención esas películas. Y la verdad es que no hay mucho para rescatar, sino algunos detalles menores, que quienes gusten del género podrán disfrutar.

Como siempre, todo es más de lo mismo. El sádico asesino que a través de jueguitos, compuestos con minuciosa presición, y echando mano a maravillosos artefactos mecánicos, quiere hacer justicia por mano propia con aquellos que no han sabido apreciar el valor de estar vivos.

Lo importante son dos cosas:

1. Es inevitable cómo la película lo va metiendo a uno en una tensión que crece continuamente. No es que de miedo ni logre sobresaltarnos, pero sí cada vez nos lleva más al borde de la silla. Si pensamos que es la 6, y que esto sigue surtiendo efecto, entonces es válido.

2. Los guionistas verdaderamente se han hecho ochos para lograr dar vuelta por sexta vez una explicación que no deje cabos sueltos y que consiga plantear que toda resolución en las anteriores secuelas verdaderamente no estaba cerrada.

Y bueno, a los que no vieron ninguna, tampoco se pierden mucho. Sí les puedo recomendar que vean la primera, que es la más sólida y la más sorprendente en cuanto al giro final de la historia.
Ah, y la música está muy pero muy bien.
Les dejo unos de los trailers así escuchan la música que es algo así: Chananan, chananan... chananan, chananan...


martes, noviembre 10, 2009

Como dice mi amigo, "estúpidos funcionarios"


Llego a la feria para escuchar a Vicente Battista (autor de obras como Siroco y uno de los fundadores de la revista El escarabajo de oro), escritor invitado para hablarnos sobre literatura policial. Pero las cosas están mal planteadas de entrada. No quepo en mi asombro cuando, finalizada la mesa que precede a la de Battista, me desayuno con que no hay espacio para el autor de Gutiérrez a secas, porque se cierra la carpa, y no pareciera que alguien se haya encargado de promocionar su presencia. Los interesados en una charla que nunca comenzará no éramos más de 15. Además, por programa se anunciaba un horario y lugar diferentes de los que señalaban los altoparlantes.

No me queda otra que pensar que la organización de la feria es improvisada, como si nadie estuviese al tanto de la visita de Vicente o nadie se ha ocupado de controlar que las cosas que se han organizado se ejecuten correctamente. Deduzco que el evento no tiene nada que ver con la cultura y que es un mero hecho político donde el objetivo primordial es gastar el presupuesto destinado para el caso y hacer mucho ruido, aunque las cosas no se hagan. Sin embargo, yo sí charlo con Vicente, quien, con su actitud bonachona, me dice: “Son cosas que pasan, simplemente es una desorganización de horarios y, a pesar de todo, debemos festejar un evento así”. Sobre Mendoza comenta que no le es ajena: “Hace unos meses estuve como coordinador de un taller literario organizado por el Fondo Nacional de las Artes y la Secretaría de Cultura de la provincia, donde descubrí que esta es tierra de narradores talentosos, que pasan desapercibidos solamente por las reglas que rigen los grandes mercados editoriales”. De Mendoza, Battista viajará a Chile a presentar su novela Cuadernos del ausente y a dictar una serie de charlas. Tremendo es que el Gobierno gaste en proyectos sin sentido, pero gastar en actividades valiosas que jamás se ejecutan es imperdonable.
Fuente: Diario Uno 10/11/09

domingo, noviembre 01, 2009

El sueño del pibe


La historia es esta. Eduardo Sacheri era un escritor humilde que había conseguido su mecenas. El dueño de las librerías Galerna, de Buenos Aires, lo editaba en su pequeña editorial. El mecenas sabía bien lo que tenía en la mano y, los lunes por la noche cuando se reunía con sus amigos del rubro en la infaltable partida de pocker, ante comentarios de grandes logros de las grandes editoriales, él reía y decía que ahí entre los suyos, había un muchacho que prometía y que él ya había vendido tres ediciones de una novelita muy linda que aquel había escrito.

Y claro, parece que la novelita llegó a manos de Campanella y ni lerdo ni perezoso le puso manos al asunto.

Y ahí la tienen a la película (El secreto de sus ojos) que modifica mínimamente el título de la novela (La pregunta de sus ojos), batiendo récords de taquilla, y con justa razón.

Destacable Francella. Irreconocible. Impecable. Del resto para no ser repetivo diremos que merecen los mismos adjetivos. Y en cuanto a la película. Digna de las grandes productoras. Su calidad de imagen. El concepto narrativo. La composición de la trama. Las locaciones. Y todo todo todo todo.

Es un policial, claro. Y está planteado con los conceptos americanos del género, pero hábilmente adaptado a la realidad latinoamericana. Guiños ocurrentes como la presecusión en un partido de fútbol lleno de gente. Y el camino hacia un final sorprendente.

No al boludeo general de efectos y grandiosidades hollywodenses! Gasten $25 en esta y si se arrepienten, me avisan y yo les devuelvo la entrada.

PD. Che, si alguien tiene acceso a Campanella me avisa tabmbién para mandarle manuscritos. Porque claro, se iaginarán que después de esto, a Sacheri ahora lo publica Alfaguara.

Juan José, si estás al pedo, el domingo venite que hago un asadito en casa.

sábado, septiembre 12, 2009

Un tal Mashad


Mashad acaba de llegar a la última línea del libro que lee hace una semana después de un período de ansiedad que comenzó allá por el capítulo XIV. Aunque esto no es exactamente así, porque el período de ansiedad comenzó mucho antes, seguramente por el primer o segundo capítulo del libro, porque Mashad quedó de inmediato apresado por la historia. Una historia que, desde el primer párrafo le prometió una de esas novelas que muy pocas veces encuentra. Y Mashad, respecto de temas literiarios, no es un hombre sencillo― más allá de que Mashad tampoco sea un hombre sencillo en los demás aspectos de su vida, pero este comentario, es irrelevante al tema que estamos tratando―, y a pesar de su juicio agudo, esta obra le llamó poderosamente la atención. Es cierto que Mashad quería leer este libro hacía un tiempo. Y puede haber varios motivos que despertaran en Mashad este deseo. Se podría decir que este deseo apareció después de un comentario de algún amigo con el que se cruzara en la calle en alguna librería o en una tienda cualquiera. Se podría decir que este deseo apareció porque el libro es uno de esos clásicos que Mashad tiene como deber pendiende, y decidió hacerlo finalmente para erradicar de una vez por todas esa vergüenza que lo invadía cada vez que un amigo, con el que se cruza en la calle en alguna librería o en una tienda culaquiera le comenta algo sobre el tema. O se podría decir que este deseo aparece porque el jueves anterior, algún amigo, con el que se cruzó en la calle en una librería o en una tienda cualquiera, le habló sobre la entrevista que le hicieron al autor en una revista literaria. Estas son tres opciones posibles de por qué Mashad cultivó este deseo. Tres posibles de una lista que podría considerarse infinita. Tanto como una cinta de Moebius. Y lo cierto, es que estas tres opciones son verdaderas, y verdaderas también son las otras que no se han mencionado, para evitar extendernos sobre minucias que simplemente agregarían caracreres sin mayor peso a este comentario. Porque lo más importante de todo, son los dos sentimientos que Mashad ha experimentado después de arribar al punto final de esta novela. Esa ansiedad que comenzó por el primer o segundo capítulo y que se duplicó cuando llegó al número XIV, y el orgullo con el que ha depositado el ejemplar sobre la mesa de luz, después de haberlo terminado. El motivo de estos dos sentimientos que Mashad experimenta, los conocemos perfectamente. Por eso podemos decir a ciencia cierta, no supuestamente, que esto se debe a que Mashad ha quedado sorprendido, porque esas páginas le han recordado uno de los autores que más admira, que no es otro que ese viejo portugués de apellido Saramago, y que por cierto no es el autor del libro que Mashad acaba de terminar. El autor de esta novela, titulada en la cubierta como Gutiérrez a secas, no es ese viejo portugués, y eso es lo que a Mashad lo llena de orgullo. Porque el autor es un escritor argentino que por apellido no lleva ni Mashad ni Saramago, sino Battista. Además de este, hay otros motivos que a Mashad lo llenan de orgullo y lo hacen sentirse uno entre muchos. Pero eso no vamos a comentarlo ahora, sino más tarde, ya que lo que en este momento incumbe es lo que Mashad piensa de la prosa. Mashad piensa que esta novela es buenísima. Y si bien el término buenísima no condice del todo con el tono de lo que se está hablando, es válida la licencia porque en el cerebro de Mashad resuena esa palabra y no otras, como podrían ser: interesante, amena, valiosa o linda; lo que significa que esta novela es una de las que Mashad considera dentro de las mejores cosas que ha leído. Esto se debe a que la historia cuenta la vida de un escritor, o un hombre que pretende serlo― lo mismo que Mashad―, y expresa, sin decir, pero con una precisión absoluta, las vivencias de este hombre, y por propiedad transitiva, de Mashad. Esas cosas de las que habla la novela, camufladas dentro de una trama llena de intriga, de guiños y de situaciones ocurrentes, son por ejemplo, que todo los escritores inevitablemente se escriben sí mismo, motivo que los termina definiendo como escritores; o que escribir no es nunca una decisión sino más bien una necesidad irrevocable; o que la literatura depende casi siempre de gente que nada tiene que ver con ella o que poco la comprende. Tal vez no es importante que Mashad piense también que el personaje de esta historia es por demás interesante y muy bien delineado, o que el tono de la prosa es sugerente, ameno y visionario; pero son cosas que Mashad piensa y por eso es que corresponde transcribirlas. Y si bien hay muchas más opiniones en la cabeza de Mashad, acá vamos a ir conluyendo el tema, para sembrar el gérmen de la cuiriosidad y especular que otros, como Mashad, se sumerjan en las páginas del libro que acaba de dejar sobre la mesa. Pero antes de que Mashad y todos sus pensamientos se vayan para siempre de esta historia, vamos a volver un poco sobre el sentimiento del orgullo. Porque Mashad sonríe, como sonríe pocas veces, porque lo que le ha hinchado tanto el pecho, es que ese tal Battista― autor que figura en la cubierta―, para Mashad no es la foto en un diario o en la solapa de éste y otros libros. Mashad se ha encontrado con Battista. En la calle en alguna librería o en una tienda cualquiera. Y que Mashad se cruce con alguien en la calle en una librería o en una tienda cualquiera, implica que ese alguien es su amigo. O lo que es lo mismo, está en camino de serlo. Por eso es que Mashad sonríe plenamente.
Es hora entonces de que otros tomen ese libro que ahora ha quedado sobre una mesa. Y de que Mashad se vaya para siempre de esta historia.

miércoles, agosto 26, 2009

Licenciada, me puede atender ahora?


No soy de mirar mucha tele, pero a veces me engancho con alguna serie. Ahora con esta, Tratame Bien, sin desperdicio. Es una suerte de Armagedón cotidiano. Léase: todas las cosas que uno imagina que pueden pasar, bueno, son pocas. Y cuando uno dice, bue, ya esta, ahora descansan, siguen los kilombos. Un padre (Julio Chávez), una madre (Ceci Roth) y dos hijos. Alrededor, una suegra, una empleada que se roba muchas escenas, y un tío.
Todo se desarrolla con enredos cotidianos, con el plus de los análisis a los que asisten cada uno de los esposo, y luego la terapia de pareja con una analista que hace de las suyas.
El formato es muy similar al de la serie norteamericana In Treatment. Esta será otra treta de Suar?
Pero bueno, no importa si el chueco anduvo mirando por la cerradura, porque durante una hora por semana la van a pasar bárbaro con esta comedia dramática.
Puede ser que el guión no se ajuste perfectamente a lo técnico en las escenas analíticas (cosa que en la serie norteamericana es impecable), pero está bastante cuidado el tema.
Julio Chávez es para destacar. Como la empleada de la casa a la que le van dando más línea a medida que avanza la serie. Y claro, de vez en cuando aparece un actor invitado por dos o tres capítulos, cosa que imprime agilidad.
Fito en la cortina musical hace de las suyas.
Dale una chance, los miércoles si no me equivoco, por el trece. Y si no, te la bajas de internet que tenés 19 capítulos para ver al hilo. Esta última opción es para los ansiosos, como yo.

domingo, agosto 09, 2009

Ninguna me conforma


Esta novela, ganadora del Primer Premio de Novela del Concurso del Fondo Nacional de las Artes del año 2006, nos cuenta una visión de la homosexualidad a través de la voz de distintos personajes.
La historia nos descubre las costumbres y la forma de vida de la sociedad homosexual de los años ’70, en episodios narrados por hombres de edades y formas de pensar muy diferentes que mantienen como punto en común la ausencia del padre, vacío incontenible que los arroja a situaciones sórdidas y a veces desesperadas y que los sumerge en la inevitable sensación de soledad. Algunas experiencias, contadas con un marcado tinte religioso, refuerzan esta idea de esa necesidad insatisfecha que se hace el motivo de la vida, y a la vez de la muerte por una búsqueda por muchos momentos ideal y que por ello a veces toma los caminos más insólitos.
El tono lírico de la prosa que compone José María Gómez nos da una pauta de su gran sensibilidad y de una clara percepción de los conceptos artísticos.
El relato es ágil y construido alrededor de una estructura consolidada. Consigue darnos una muestra clara y detallada de la época sin por ello caer en lugares vulgares.
Es una novela interesante y muy bien contada, pero me remite demasiado a la época social en que la homosexualidad era duramente condenada y discriminada. Se ha visto y se ha leído bastante sobre esto, no por nada ese momento ha tenido un importante auge artístico. Por ello me causa esta sensación de no haber podido encontrar en “Los putos” nada nuevo. Y me ha quedado una sensación algo así como de una historia fuera del contexto actual.
Y como última apreciación personal, puedo agregar que me molestó un poco el tono elegido para algunos de los personajes, pues la manera de expresarse (casi todo el texto está contado en primera persona y con un lenguaje refinado), me hace un poco de ruido ya que no condice con el bagaje cultural al que pudieron haber tenido acceso. Sin embargo esto, desde el punto de vita artístico, puede tomarse como una apreciación relativa.
Para el que le guste o el que quiera investigar, va a ser interesante.