precipitado y vuelto a la cornisa

martes, junio 30, 2009

Skynet is out


Aprece en la primera escena una Helena Bonham Carter pelada convenciendo a un convicto de postularse para un proyecto científico de increíble envergadura. Helena evidencia en su palidez un cáncer avanzado que, como mucho, le permitirá llegar con sus últimas fuerzas al final de esta investigación.
De ahí saltamos en el tiempo y llegamos a los días del jucio final, cuando skynet ya ha tomado posesión de las máquinas y se ha abierto la guerra en la tierra con la resistencia en plena lucha.
Los efectos empiezan a deslumbrarnos y eso hace que atravesemos la película con entusiasmo.
Pero claro, hasta que salimos del cine, empezamos a acordarnos de los primeros terminators y a darnos cuenta de que nos han estado vendiendo un buzón, al hacernos creer una historia floja en continuidad y con demasiadas imperfecciones de coherencia interna.
Los vaivenes en el tiempo y la situación circular planteada como inicio en aquella donde Arnold hacía de malo, pareciera que ya no tienen demasiado sentido.
La apuesta entonces se hace a un muchachito por demás apuesto― gracias a Dios―, que personifica este nuevo modelo de terminator que pretende ser más perfecto, no porque es una máquina más poderosa, sino porque tiene condiciones más humanas. Bien!, dice uno al enterarse de esto, porque es una idea por demás osada y que si es bien llevada puede generar un argumento interesante. Pero claro, esta idea también es peligrosa, porque se corre el riesgo de caer en los lugares comunes y en los clichés del melodrama. Ante tanto despliegue de producción uno dice, seguro acá los guionistas se sentaron a pensar un rato y por eso no se van a mandar un pedo.
Le di oportunidades hasta el final, porque la saga me remonta a mi adolescencia y porque la pasé bien aquellas primeras veces. Pero lamentablemente el pedo atómico de los últimos minutos no se remonta ni con cuatro películas más.
Por Dios, que vuelva Sara Connor!