precipitado y vuelto a la cornisa

sábado, noviembre 22, 2008

La polémica Montero


¿Qué pasa cuando uno se pone a discutir, y discurrir sobre libros? Pasa eso, que uno discute y discurre. Y sobre todo, presenta sus experiencias frente a un texto y su punto de vista. No creo demasiado en los esquemas. No creo en las pautas literarias por excelencia. Es decir, la evaluación de las obras desde un punto de vista técnico y según cánones que reglen la buena literatura. A ver, cómo explicar que si bien soy rebelde, eso no es lo mismo que ser necio.
Existen cánones y reglas. Creo en ellas- y pareciera que me estoy contradiciendo, pero no es así- porque lo cierto es que las cosas raramente son blancas o negras, en general la verdad se acerca más al gris. Digamos mejor que no creo en los extremos, por eso me molesta la guerra acérrima que se genera entre el academicismo y el comercialismo artístico. Las reglas pautadas, están. Y más que para seguirlas, creo que están para conocerlas. Porque quién no conoce las reglas, entonces no puede tener claro el concepto cuando se decide torcerlas. Y por ahí creo que va la cosa artística, por buscar un camino nuevo. Y nuevo, sin ninguna duda, no es nada que esté basado en reglas ya probadas y evaluadas en sus resultados. Esto lo digo, porque estoy convencido de que el camino del artista se basa en una búsqueda constante, y buscar es explorar en aquellos lugares que nos son desconocidos. De ahí que las perspectivas sean muchas. Y muchas las opiniones. Así es que se puede discutir sobre literatura, y a mi criterio, nadie tendrá la verdad absoluta, solamente la experiencia de un camino recorrido. Por eso es que acepto criterios diametralmente opuestos, a los míos, o a los que se planteen en la discusión. Pero de lo que sí tengo que poner los puntos sobre las íes, es de que uno debe saber reconocer las diferencias entre su opinión, y una visión objetiva de la situación. Así se establece una clara distancia entre decir: “Esto es un verdadero desastre” o “No me gustó para nada a pesar de estar bien escrita”. Y claro, todas las áreas grises con que estas dos frases puedan pintarse.
He dicho, no a los extremos, ni al capricho, ni a la envidia, ni a la soberbia. Sólo a la visión, al menos, que intenta ser objetiva. Y sí a las discusiones constructivas, porque así se crece.

9 Comments:

Blogger Escribir, coleccionar, vivir said...

Me parece que lo expuesto por los fotografiados -me incluyo con los pepinos en los ojos- y no hace un par de post atrás, es de una superficialidad muy grande. "Adán es un bodrio superlativo", bue, ¿por qué? Necesito argumentos sólidos, por lo menos tres, estoy hablando con escritores y profesionales de las letras, no con los chicos de 2º o 3º de Polimodal. "Las novelas de Julio envejecen muy rápido", ¿cuáles?, ¿en qué aspecto?, ¿comparadas con que novelas más nuevas? En fin, necesito "razones" y dejar de escuchar las "sinrazones de corazones apasionados".
Sobre Saer, yo lo he leído, y puede ser interesante, poético, llevar a la reflexión, emocionar, ser escalofriante y realista in extremis... pero ¡NO ES DIVERTIDO! Libritos de menos de 200 pág. son de lectura ardua. Es un grande, pero a la manera del Rulfo de P.P. DIVERTIDAS son las novelas de Bryce Echenique que no pretenden ninguna grandeza, los cuentos de Fontanarrosa... pero no Saer, por favor.

3:02 a. m.

 
Blogger Silvio said...

Mis tres razones sobre Leopoldo, a pesar de que lo único que leí fue el banquete, y que no me gustó son:
1. Profundamente creativo.
2. De una composición muy visionaria.
3. Personajes bien dibujados.
Conciso. Y repito, no me gustó, pero de ahí a que este mal, hay un largo trecho.

4:10 a. m.

 
Blogger Escribir, coleccionar, vivir said...

Agrego sobre Leopoldo:

1)Sentido del humor ingenioso y brillante.
2)Aguda composición de personajes (Samuel Tesler -aparece en AB y en Megafón o la guerra- es una genialidad).
3)Fina utilización de la ironía para "tomarle el pelo" a muchos de sus compañeros de generación. En Adán están todos, con nombres alterados pero bastante transparentes, desde Borges hasta Scalabrini Ortiz.

¿Qué pasó con Adán? Leopoldo ya era un ferviente partidario del primer peronismo, con cargo público incluido. Sus amigos gorilas lo destrozaron. El único que hizo una crítica certera, con objeciones pero también muchos elogios, fue el joven e ignoto Cortázar. Corría el año 1948.

Coincido con Sergio en que "El Cuaderno de tapas azules", una de las partes de Adán, es un plomo. Ahí el autor, católico hasta el caracú, en un modo abstracto y denso, intenta sintetizar el amor humano y el divino como un sentimiento trascendente. El libro se puede leer prescindiendo de este fragmento perfectamente.

9:48 p. m.

 
Blogger Hernán Schillagi said...

1º Si quisiste llamar nustra a tención con la foto en "trencito", lo lograste. Me dio hasta emoción esa sumatoria.

2º Es verdad lo que decís. Pero te recuerdo que sos el inventor de la frase "Me pareció una cagada", jajaja! Hay que tener memoria.

3º Pero en realidad, la crìtica siempre tiene algo de caprichoso e intencionado. Yo fui víctima en su momento de esos "deslices", sin embargo, me parece que lo justo es cuánto uno se aleja del ego para criticar. Reseñar una obra, también es informar y echar luz sobre los puntos oscuros o esquivos.

Un abrazo.

7:00 p. m.

 
Blogger Escribir, coleccionar, vivir said...

Yo tengo foto para completar el trencito, pero el dueño no me quiere ceder sus derechos de imagen, ja.
Habrá que respetar su celoso anonimato, aunque ya ha dado su caripela en unos cuantos lados.

2:09 a. m.

 
Blogger Silvio said...

Al final no tiene la grandeza de Sandro. Que termina reconociendo los derechos!

3:06 a. m.

 
Blogger Escribir, coleccionar, vivir said...

Tiene grandeza. El amigo Sergio, la posee en cantidades. Pero tiene una grandeza de incógnito. ¿Estará haciendo un curso de escritor maldito?

2:06 p. m.

 
Blogger Escribir, coleccionar, vivir said...

Sobre la Montero:

No leí las Instrucciones, pero este finde le di con cierto placer a "La loca de la casa". ¿Qué se puede decir de su escritura? Que adolece de mucho periodismo de cierre de última hora. "¡Quedan 20 minutos, tengo una columna más y, sí, morcilleo!".
Su ensayo es ameno, fácil de leer, entretenido, lleno de datos y anécdotas interesantes sobre novelistas... incluso se da el lujito ficcional de introducir, cuando la colección de anécdotas comienza a agotar al lector, una narración autobiográfica de una relación amorosa que tuvo con un actor de Hollywood en España. "El recurso" de su nouvelle es el mismo de los queridos "Elige tu propia aventura". Toda la situación inicial es la misma (cansa un poco esta repetición) pero los desarrollos y desenlaces son tres bastante diferentes y divertidos. La guachita de la Montero nunca aclara cuál es el verdadero... quizás ninguno sucedió.
Pero volviendo al principio, su estilo es un poco descuidado y muy propenso a los lugares comunes, no es Octavio Paz, ¡por favor!
De todos modos, el libro tiene un buen puñado de ideas para reflexionar sobre la función del novelista, la escritura en los totalitarismos, los supuestos textos de "género", la locura que impulsa a la escritura, los ejemplos de genios oscuros como Rimbaud o Philip K. Dick o de vanidosos como Goethe.

Una idea eje cruza el ensayo y de ella hemos hablado mucho con Sergio: ¿Escribimos o leemos -todos los novelistas consultados por la Montero aseguraron ser grandes devoradores de textos- para alejar a la muerte?
Les dejo la inquietud.

Puntaje a "este ensayo de música ligera": tres castañitas restallando en el sartén.

6:42 p. m.

 
Blogger sergio said...

Perdón por la demora en responder pero he andado algo ocupado. Igual no crean que no he pensado en el asunto. He pensado mucho…pero como suele suceder, como no anoté esos pensamientos, los olvidé.

Lo que escribo ahora es lo que me parece en este momento. Nada más.

En principio que no creo mucho en la objetividad en estas cuestiones del arte. Es pura subjetividad. Al menos en primera instancia. Luego, uno puede analizar, examinar…pero si la obra en cuestión no te gusta, no te atrapa…es al pedo. Terminás repitiendo lo que dice la crítica. Y aquí vamos:

Adán es un bodrio porque es la conjunción de tres elementos que no pueden conjugarse en una novela:

La prosa densa
La nada de la trama
La extensión.

O sea: una novela puede ser “poética” a condición de no exceder las 150 pags. De lo contrario es un ladrillo insoportable. O en su defecto tener la suficiente cantidad de acciones como para volverla atractiva. Y Adán no las tiene. Y si no pasa nada….entonces ¿hay necesidad de que tenga 600 págs.?

¿Por qué doña Rosa Montero dijo que Cortázar ha envejecido? Ni idea. Para mí, porque la mayoría de los procedimientos del surrealismo que tanto le gustaban a don Julio, han envejecido, ergo sus novelas también. Como cuentista tiene algo que interesa, pero si lo comparo con Silvina Ocampo, se vuelve agua.

Es verdad, Saer no es divertido, pero puede ser entretenido. Digo, la prosa es densa, intrincada, pero pasan cosas.

Me causa mucha gracia lo que dice Paula del humor de Adán… podría decirse de ese “humor” lo mismo que de las novelas de Cortázar: son chistes privados que no le hacen gracia a nadie (muy de las vanguardias).


Y después de esta intervención, me despido de uds...atentamente

9:53 p. m.

 

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