precipitado y vuelto a la cornisa

martes, noviembre 25, 2008

Lo absurdo de lo absoluto

Escrito por Italo Calvino en 1951, El vizconde demedia- do (Siruela 2008), es la primera incursión del autor dentro del género de lo fantástico. Y este libro será el primero también de una serie de novelas que conformarán una unidad en cuanto a criterios estéticos, narrativos y de germen de idea. Vendrá El caballero inexistente y El barón Rampante.
Dentro de una narrativa de época, plagada de romanticismo y con un cercano parentesco a las novelas de caballería― recordemos el Amadís de Gaula―, la prosa se desarrolla con un estilo ingenuo y con la utilización de recursos bastante llanos.
La historia se inicia con el absurdo, y por el mismo camino transita hasta el final. El vizconde Medardo de Terralba es partido en dos por un cañonazo proveniente de los turcos. Y así entonces, como su cuerpo, en lo palpable, se ha dividido, también sufre el mismo destino su razón moral. Aparece un personaje fragmentario, demediado en la historia de la novela y también en la composición narrativa, porque las andanzas del vizconde comienzan a contarse como son vividas, por un lado las del Bueno, y por otro las del Malo. Hay una sociedad absorta ante el hecho. Primero la sorpresa de descubrir que ese medio hombre que ha vuelto de la guerra―el Malo― no es el mismo que partió, ni en forma ni en espíritu. Esta mitad mala hace de las suyas hasta que llega la confusión, confusión en forma y en espíritu otra vez, porque este pueblo no comprende cómo es que por un lado el vizconde actúa de forma tan maléfica y por otro tan benevolente. Esto sucede hasta que se descubre que la otra mitad también ha vuelto―y aquí algo del romanticismo y la ingenuidad de pensar que quién no podría advertir que esas dos mitades no son las mismas ya que una es la derecha de un hombre y la otra es la izquierda―. Así Calvino nos sumerge en los cuestionamientos más profundos, seduciéndonos con esa prosa amena y clara a entrar en una frivolidad que simplemente es una máscara, porque al fin nos lleva al plano de plantearnos pensamientos que van mucho más allá de lo que a primer esbozo puede verse. Y hacia el final todo comienza a tomar un rumbo diferente porque se alcanza a vislumbrar que ese absoluto de maldad y bondad que tienen cada mitad es bastante ficticio y forzado, y que finalmente no caben dentro de lo real. Es por eso que la gran popularidad del Bueno comienza a perder fuerza entre sus seguidores, y el profundo odio al Malo se va disolviendo. Porque lo absoluto no cabe en el mundo en el que vivimos. Y porque si así fuere, las cosas serían absolutamente absurdas. Así se desarrolla esta guerra, guerra que sufren los pobladores y guerra que sufre el mismo vizconde al querer erradicar una de estas dos mitades, hasta que se comprende que ninguna puede permanecer sin la existencia de la otra, y que esta tarea daría como resultado la extinción de uno mismo. Sólo resta entonces, como para que quede en sello hacia el final del libro, cómo es que hace el hombre para poder comprender, y aceptar sin odio o idealización, esa convivencia inevitable que nos distingue, y que es poder ser parte de tantas contradicciones al mismo tiempo.
Italo, sos mi ídolo.
Y recuerdo en cine Vidas cruzadas, que nos lleva al mismo pensamiento.

1 Comments:

Blogger Unknown said...

Silvio, buen consejo, volveré a los anaqueles de Calvino en cuanto el tiempo me deje respirar.
Extrañaba verte !!!
Un beso

10:17 p. m.

 

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