precipitado y vuelto a la cornisa

sábado, noviembre 22, 2008

Todo llega para quien sabe esperar


La primera escena es un primerísimo primer plano de la luz de un semáforo. Roja. Un instante. Ahora verde. Roja otra vez, un poco más de lejos. Ahora verde. Puede verse hasta el detalle de la trama del vidrio que forma el semáforo. Roja. Verde. Y ahora la sobreexposición de la imagen es tanta que todo se tiñe de blanco. Blanco. Y entonces, un auto detenido entre al frenesí del tráfico de una ciudad desconocida. Primero es una postal en silencio. Después se escuchan los bocinazos y las puteadas. La ciudad es algo indefinida, abstracta. La fotografía es cruda, los granos son gruesos y parecen esas fotos que tomaban nuestros padres con sus cámaras. Y mientras cuento ese auto que detiene el tráfico aún esta quieto. Y ese sin color que regla la presencia del blanco está plasmado en la imagen. El auto quieto en ese mar de hormigas de chapa. El conductor está ciego. Ciego en blanco. En ausencia. Es el primero que se quedó ciego. De todos, menos una.
Let’s get ready!
Crudeza absoluta. Y de vez en cuando, cuando la escena lo amerita, una música un tanto disonante con la imagen. Algo alegre. ¿Algo irónica? Ahí hay algo entonces que en la cabeza del espectador no concuerda. Algo que no alcanza a poder ser ensamblado. Y viene la primera desilusión, hasta que uno recuerda cómo es cuando decide sumergirse en la prosa de Saramago. Porque esa es la sensación que se siente. Que algo no concuerda. Y esa disonancia es la voz de un narrador que cuenta una historia tremenda desde su posición de autor. Una posición que no es tremenda, tal vez ese autor está contento, y contento cuenta su historia de crudeza. Entonces así la música se entiende.
Con una fidelidad absoluta a la trama de la novela, Blindless se desarrolla sin fisuras, sin golpes bajos, y sin la exageración de recursos. En un intento más que logrado, Meirelles consigue traducir las intenciones del texto al formato de la pantalla. Y consigue traducir hasta el tono de la prosa. Y eso es admirable.
Les gustará más o menos. Les parecerá a muchos, sosa, sin contenido. Puede suceder que alguien crea que hay escenas que intentan decir algo que es nada. Y sin embargo está todo dicho.
Los ciegos parecen ciegos. Y no los ciegos de las telenovelas argentinas. Son ciegos, de ceguera blanca.
La película ha perdido, como hemos dicho antes. Pues en cualquier traducción hay cosas que se pierden. Que bueno que ahora se perdió lo mínimo indispensable.
No voy a ponerme a escribir mil párrafos. Está ampliamente lograda con actuaciones impecables.
Y para la gracia de Maru Castaña, podrá ver a Mark como vino al mundo, a parte de estar muy bien en su papel.
El que tenga ojos para ver, que vea.

1 Comments:

Blogger Escribir, coleccionar, vivir said...

¡¡NO PASA UNA SEMANA SIN QUE CORRA A VER A MARK, UPS, A LA PELI, BAH, MIS INSTINTOS BÁSICOS ME LLEVAN DE LAS OREJAS!!

6:45 p. m.

 

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